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Arte y Cultura

Huellas de la Revolución en Guadalajara

La Revolución es sin duda el suceso histórico más relevante del siglo XX en México. Los cambios sociales y culturales que sucedieron posterior a este conflicto armado redefinieron nuestra identidad desde las entrañas. Sin embargo y a pesar de ser un suceso nacional, la Revolución fue más simbólica en algunas regiones que en otras. No es lo mismo el fervor revolucionario en Chihuahua, Parras o Cuautla (bastiones revolucionarios), que en Guanajuato, Guadalajara o San Blas (cuya relevancia en la historia nacional se remite más al virreinato e independencia, o al conflicto cristero posrevolucionario).

Aún así, los vestigios de la Revolución en la ciudad son latentes y hay varias marcas de este suceso en Guadalajara. Aquí hago un recuento de algunos símbolos y monumentos que son testigos del paso de caudillos revolucionarios por la Perla Tapatía.

 

Balazo de Palacio de Gobierno

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Es una tradición que en cualquier paseo turístico que hagas al Centro Histórico de Guadalajara te narren la anécdota del balazo que le dieron durante la Revolución al reloj del Palacio de Gobierno.

El cronista de la ciudad, José María Muriá, comenta al respecto de este hecho de 1915: “un pariente de Julián Medina, de la tropa de Pancho Villa, balaceó el reloj de Palacio de Gobierno cuando entraron a la ciudad de Guadalajara y dejaron como recuerdo un agujero de bala en ese reloj”.

En años recientes remodelaron el edificio y suplieron el vidrio. Pero muchos tapatíos exigieron que se respetara ese legado revolucionario y se hizo de nuevo el agujero emulando al original. El hoyo es un testigo fiel de un momento tan relevante de la historia mexicana, cuando la ciudad fue tomada y fungió como escenario de lucha entre villistas y carrancistas.

 

Avenida Ocho de Julio

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La importante avenida 8 de Julio atraviesa la ciudad desde el Centro hasta el sur en el Cerro del Cuatro. Muchos la hemos recorrido una y otra vez sin saber bien el porqué de su nombre. Esta calle se nombró así debido al día que se registró la entrada del Ejército Constitucionalista de Carranza a la ciudad y enfrentó a las tropas de Villa justo en las faldas del Cerro del Cuatro.

Por lo mismo resulta muy simbólico que el camino con ese nombre conecte al cerro con el centro de la ciudad. El mismo Muriá asegura que como muchos no habían vivido la Revolución y solo se había esparcido el rumor, fueron y presenciaron la batalla. “Mucha gente se instaló en la falda del cerro, las señoras llevaban hasta sombrillas y sillas, ahí estaban listos para el espectáculo de la batalla hasta que de repente comenzaron a llegar los balazos y todos a correr de regreso, de hecho fue cuando ingresó la revolución a Jalisco”.

 

Parque de la Revolución

Memoria arquitectónica tapatía

Este parque es una de las obras urbanas más significativas del arquitecto más importante de México, Luis Barragán. En 1934, el Ayuntamiento de Guadalajara realizó el concurso para la construcción del parque, un proyecto que buscaba integrar las zonas residenciales del poniente con el centro de la ciudad.

El diseño urbano es obra en conjunto con su hermano Juan José. Mejor conocido como “El Rojo”, este céntrico parque es un símbolo de la ciudad, flujo constante de transeúntes, referencia obligada de foráneos, pulmón del Centro y receptáculo necesario para el transporte público. Aquí no solo es punto de partida para decenas de líneas de camiones, sino que es el acceso a la estación Juárez, donde se unen la línea 1 y 2 del Tren Ligero.

En este terreno se encontraba la Penitenciaría de Escobedo, demolida para dar lugar al emblemático jardín. Su nombre, evidentemente, hace alusión a la Revolución Mexicana. Además, en 1959, años antes de la construcción de las entradas a la estación del Tren, se colocaron dos esculturas de héroes revolucionarios. Del lado sur se encuentra la figura de Venustiano Carranza y del lado norte, la de Francisco I. Madero, iniciador del movimiento revolucionario.

 

Zapata charro

Emiliano Zapata es uno de los personajes más importantes de la historia nacional y un ícono sin comparación de la Revolución Mexicana. El caudillo del sur, nacido en el estado de Morelos, era un excelso charro y su figura mítica la construyó desde siempre apelando al oropel de los jinetes mexicanos. Sin embargo, resulta una paradoja que la figura del charro se haya consolidado en Jalisco (por sus Altos) y sea un símbolo cultural de Guadalajara.

Como asegura el historiador Juan José Doñán, a consagración del charro sucedió en un momento de radical nacionalismo posterior a la Revolución, cuando el país debía generar nuevas referencias simbólicas que dieran sentido mítico a lo que se consiguió posterior al conflicto armado. Para tal fin, el Estado mexicano se apoyó del cine y su época de oro para darle a Pedro Infante y Jorge Negrete el más puro estilo Jalisco.

Sin embargo, no deja de ser interesante que esta figura jalisciense tenga como referente directo a Zapata, quien fue, quizá, el más interesante de los caudillos revolucionarios. Una relación que valdría mucho la pena explorar.

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