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Cine y Teatro

La saga de Rocky sigue dando puñetazos

La saga de Rocky, después de explotar con seis películas, decidió dar un giro y centrarse en un nuevo personaje principal, dejando al “semental italiano” como el mentor secundario. Ahora nos presentan la serie protagonizada por Adonis Creed, hijo no reconocido del mítico Apollo Creed, el showman que protagonizó junto a Balboa las cintas originales, de la I a la IV.

Uno de los momentos más icónicos del cine, así al lado de Darth Vader diciendo que Luke es su hijo, o el “Rosebud” de Ciudadano Kane, el Padrino hablando de que prefiere a sus enemigos cerca, Jack Nicholson dándole hachazos en la puerta y saludando a Johnny; y así podemos seguir en los recuentos, pero la saga de Rocky es una que ha entregado momentos inolvidables, desde darle golpes a la carne, brincar en las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia, hasta llegar a la trágica muerte de Apollo Creed bajo los puños de Ivan Drago.

Justo sobre este argumento gira la segunda parte de Creed, ahora titulada: Defendiendo el legado. Y es que ahora aparece el hijo de Ivan, Viktor Drago, un peleador criado con odio y rencor, a quien le han dicho que la desgracia en la que cayó su familia, es por culpa de Creed y Balboa. Viene por venganza y quiere “quebrar” a hijo de Apollo. Lo mejor es que Dolph Lundgren vuelve en su papel original de Ivan Drago, a quien ahora lo muestran humano, no como una máquina sin sentimientos que sólo se dedica a pelear.

La cinta toma todo lo que saben hacer en esta serie de películas de box, peleas emocionantes sobre el ring, ahora con tres, lo cual se agradece debido al realismo y emoción que les imprimen. Se mantiene esa tensión entre los personajes, que los hace reales, que los hace admirables y fuertes, Creed II vuelve a cumplir con creces para los fans, pero mejor aún es que estas nuevas películas han logrado que nuevas generaciones volteen a ver las seis anteriores y se enamoren de esta poderosa saga, quizás la más importante en el cine deportivo de todos los tiempos.

En esta ocasión Rocky Balboa pierde protagonismo, y se van apagando sus apariciones. Algo que resulta lógico, pues Sylvester Stallone anunció que esta es la última vez que le da vida a este mítico personaje que lo catapultó a la fama, le valió un par de nominaciones al Oscar como mejor actor y actor de reparto, además de ganar la estatuilla por el guión de la primera entrega. Eso no le quita que cada que aparece hay nostalgia, hay emoción, te sientes parte de la historia.

El peso, ahora sí, recae todo en Adonis “D” Creed, quien se enfrenta a diversos dilemas a lo largo de la película, argumentos dramáticos que elevan la atención al máximo. Y es que ahora ha logrado ser campeón del mundo, pero en casa las cosas también van evolucionando, ha decidido casarse con su novia Bianka quien ya está triunfando en la música, pero a su vida llega un bebé que no era esperado, eso los hará lidiar contra el anhelo propio de perseguir el éxito o cambiar sus vidas por completo. Además sufren al pensar que su hija heredé la sordera de su madre y se vea obligada a utilizar aparatos auditivos toda su vida.

Lamentablemente, la parte más floja, es justo el conflicto con Drago, pues al final Adonis hace lo suyo, sin tomar como excusa el hecho de que mató a su padre en el ring. Eso está bien, lo malo es que al ruso y su hijo ucraniano los muestran como caricaturas enojadas, de los rusos son así de malos, hasta parece que no es en la época actual y se siente como una pelea en plena Guerra Fría. Lo triste llega cuando apenas hay una sola escena de Rocky con Ivan Drago juntos, deja con ganas de más, pero esa es la clara idea de que todo va evolucionando a algo nuevo.

En esta película se le dice adiós a Filadelfia, para trasladarnos a Los Ángeles. Ya no hay saltos en las escaleras, y ahora el entrenamiento duro lleva a Donnie a una sucursal del infierno: el desierto fronterizo entre México y Estados Unidos, en donde según palabras de Rocky: de ahí salen los mejores peleadores del mundo. De pronto se siente medio racista que a los mexicanos los ponen como ex convictos tatuados, pero esa frase reconforta, al menos, un poco. De nuevo el acto estelar de la batalla Creed-Drago, nos llevará a Rusia.

Una digna entrega de esta saga fílmica, no es mejor que la primera Creed, pero tampoco decepciona. Lo que se agradece es que de verdad hay un buen desarrollo de personajes, lo cual era lo más importante de las anteriores cintas, pues esto es más que peleas  bien orquestadas sobre el ring, son personajes con conflictos serios.

Gracias Sly por haber dado tantas alegrías como Rocky Balboa.

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