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Arte y Cultura

Conoce la Guadalajara antigua que dejamos ir

¿Alguna vez escuchaste que Guadalajara era llamada la Ciudad de las Rosas o la Perla de Occidente? Nombres que alguna vez la describieron por haber sido una de las ciudades más bellas de México.

La Guadalajara que hoy conocemos no es la misma en la que vivieron nuestros abuelos y bisabuelos. La ciudad ha sufrido numerosos cambios como consecuencia de su crecimiento y boom demográfico.

“La pérdida del patrimonio arquitectónico en Guadalajara muestra una de las mayores desatenciones sobre construcciones históricas que ha habido en nuestro país” – Eduardo González, historiador.

Uno de ellos, y que es de los que más nos duelen, fue el derrumbe de numerosos edificios de gran valor histórico y arquitectónico para construir plazas, centros comerciales, departamentos, oficinas e incluso estacionamientos públicos.

Hoy recordamos a algunos de ellos con ayuda del historiador, Eduardo González, quien afirma que: “el asunto tiene que ver con el negocio, no hay más, tumbo y levanto, tumbo y levanto”.

Cine Lux, Templo de la Soledad, entre otros

Guadalajara Antigua

En 1936 el arquitecto Ignacio Díaz Morales comenzó a planear lo que se convertiría en uno de sus proyectos más importantes: la Cruz de Plazas. Se trata del conjunto de cuatro plazas (Plaza de los Laureles o Plaza Guadalajara, Plaza de la Liberación, la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres y Plaza de Armas) que rodean a la Catedral de Guadalajara. Se le dio ese nombre porque vistas desde arriba crean la forma de una cruz.

Guadalajara Antigua

La realización del proyecto implicó la demolición de numerosos edificios de valor histórico, arquitectónico y cultural, ya que la única plaza que ya existía era la de Armas. La obra se inició formalmente en 1949 y fue aprobada por el gobernador Jesús González Gallo. Entre los edificios que se perdieron se encuentra el Templo de la Soledad y el jardín Herrera y Cairo.

Guadalajara Antigua

Otro edificio de gran valor que se perdió para la construcción de la Cruz de Plazas fue el Cine Lux. Había sido construido por el Ingeniero Charles Strange, alrededor de 1890, para ser el Banco de Londres y México. Más tarde, en 1913, se inauguró como el Cine Lux. Se encontraba frente a la Catedral, en las calles de Morelos y Pedro Loza, hoy, Plaza de los Laureles o Plaza Guadalajara. El edificio se distinguía por su estilo afrancesado, y por varios años fue considerado de los cines más importantes de la ciudad. Fue demolido entre 1948 y 1954.

Plaza de Toros

Guadalajara Antigua

Para la construcción de lo que hoy conocemos como Plaza Tapatía (en la parte posterior al Teatro Degollado a la entrada del Instituto Cultural Cabañas) se demolieron nueve manzanas de edificios. Este proyecto se llevó a cabo durante la administración de Flavio Romero de Velasco.

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Una de las pérdidas más importantes fue la Plaza de Toros “El Progreso” que había sido construida a principios del siglo XX, estaba justo enfrente del Cabañas. Se demolió en 1979. Hoy, alrededor de la Plaza Tapatía hay oficinas, negocios y algunas casas.

Escuela de Música de la UDG

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Enfrente de lo que hoy conocemos como el Museo de las Artes (MUSA), se encontraba la Escuela de Música de la UDG. Había sido construida por el mismo arquitecto, Alfredo Navarro Branca y ocupaba toda la manzana entre avenida Vallarta, Pedro Moreno, Tolsá y Escorza.

Fue derrumbada una madrugada de 1980 por órdenes de Enrique Zambrano Villa, entonces rector de la UDG. El edificio tenía protección del Instituto Nacional de Bellas Artes, del Ayuntamiento de Guadalajara y del mismo gobernador. En su lugar se construyó lo que hoy es el edificio de la rectoría de la UDG.

Edificio Genoveva

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El edificio Genoveva u Hotel García fue construido en 1897 con un estilo neoclásico. Fue de los primeros hoteles en la ciudad en tener baños individuales en cada habitación. Estaba ubicado en las calles de Madero y Maestranza. Fue demolido en 1972 para construir un edificio comercial con estacionamiento público de seis pisos.

Penitenciaría de Escobedo

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En 1875 se terminó la construcción de la Penitenciaría de Escobedo, también conocida como Casa Colorada por el color de sus muros. Se le llamaba así por el apellido de su fundador: el gobernador Antonio Escobedo. Abarcaba ocho manzanas entre las calles Enrique Díaz de León, Puebla, López Cotilla y Pedro Moreno.

Su pórtico y el reloj en el friso de la entrada llamaban la atención a todos los que pasaban por ahí. Con el paso de los años, la ciudad se expandió y la Penitenciaría de Escobedo quedó dentro de ella. Por ello fue demolida en 1933. Hoy, los que eran los jardines de la entrada, son el Parque Revolución.

Penal de Oblatos

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 La Penitenciaría de Escobedo fue sustituida por el Penal de Oblatos. Su construcción se comenzó en 1930 y se inauguró en 1933. El edificio, de estilo tudor, se asemejaba a un castillo. El Penal, ubicado a 30 cuadras al Oriente de la Calzada Independencia, también fue engullido por la ciudad y demolido en 1982. Los reos que se encontraban en ella fueron reubicados a Puente Grande. Hoy, el terreno del Penal es un parque subutilizado.

Mercado Corona

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El original Mercado Corona se inauguró en 1891 durante la gestión del gobernador Ramón Corona, un bello edificio con fachada de cantera. Después de un incendio en 1910, el Mercado fue reconstruido.

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En 1963, nuevamente un incendio arrasó con el edificio y destruyó todo el interior. Fue entonces cuando el gobernador Francisco Medina Ascencio ordenó su demolición y reconstrucción. En 2014 un tercer incendio causó la pérdida total del edificio. El cuarto Mercado Corona es el que podemos ver hoy en avenida Hidalgo.

Hotel Imperial

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El Hotel Imperial u Hotel San Francis también fue construido por el Ing. Chales Strange. Se terminó en 1906. El edificio destacaba por su estilo ecléctico, sus elegantes acabados y por haber sido de cinco pisos, por lo que tenía una gran vista. Era visitado por huéspedes ricos y famosos. Incluso, a finales de los años 20, José Vasconcelos se hospedó ahí durante su campaña presidencial. Lamentablemente fue demolido en 1950, hoy estaría en el Jardín de Aranzazú.

Fábricas de Francia

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En 1876 se construyó un edificio de estilo neoclásico en la esquina de lo que hoy son las calles 16 de septiembre y Juárez. Unos años después, el edificio se amplió y remodeló de acuerdo al estilo parisino de la época: fachada al estilo Beaux Arts y bellas ornamentaciones hechas por artesanos de Europa.

La finca albergó lo que sería el almacén más grande de la ciudad, una tienda Fábricas de Francia, de igual o mayor lujo que las que había en la Ciudad de México y en Puebla. En 1948 fue demolido por la ampliación de avenida Juárez. Hoy, la esquina sigue siendo un Fábricas de Francia, pero del edificio de estilo parisino no queda nada.

Chalet Nigg-Bell

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Esta hermosa casa fue construida a principios del siglo XX por encargo del francés Juan Nigg. El Ingeniero Enrique Choistry creó una mansión con extensos jardines y una elegante escalera en la entrada. Cuando el Sr. Nigg regresó a Europa, la casa fue vendida a los descendientes de Ricardo Bell, un payaso de la época que se dice que fue el único que pudo hacer reír a Porfirio Díaz.

Después fue sede del Casino Reforma. Finalmente, en la década de 1950 fue demolido. El Chalet Nigg-Bell se encontraba en la esquina de Chapultepec y Vallarta. Hoy, ahí hay oficinas.

Mansión de los Cañedo

En 1938 el surrealista André Breton visitó Guadalajara. En su búsqueda de antigüedades terminó en la Mansión de los Cañedo. Lo bautizó como el Palacio de la Fatalidad. Esta mansión también era conocida como la Casa de los Huesitos, porque el pavimento del patio principal contenía osamentas del ganado de la hacienda de los propietarios en Ameca.

Se había construido a principios del siglo XIX en la esquina de las calles Liceo e Hidalgo, a espaldas de la Catedral. Sin embargo, su demolición fue antes de que se iniciara con el proyecto de la Cruz de Plazas. La finca fue vendida y demolida por el nuevo dueño para construir locales comerciales. No pasó mucho tiempo antes de que el terreno fuera confiscado por el gobierno para construir la Plaza de la Liberación.

¿Qué podemos hacer para evitar más pérdida de patrimonio arquitectónico?

Eduardo González opina que primero es necesario reconocer los edificios y su valor, y después, protegerlos.

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